
Por Teófilo Briceño*
Año 2025, último del insufrible gobierno de Gabriel Boric. Las mentes detrás del «merluzo», parapetadas sigilosamente en el segundo piso de La Moneda, han decidido impulsar con fanfarria y verdadero desparpajo la ostentosa tesis del «legado».
Todo el quehacer del gobierno deberá guiarse por esta idea fuerza, la del «legado», como si fuera un guión de Hollywood, aunque en realidad más cercano a Halloween. Y en esa línea argumentativa se inscriben decenas de periodistas, pagados con el erario nacional, enfocados en propalar a los cuatro vientos esa mesiánica descripción del saliente mandatario. Se va el nuevo Allende, dirán incluso algunos, con verdadero delirio etílico.
¿Pero cuál es realmente el legado de Gabriel Boric? La respuesta es sencilla y lamentable: Salvar a las AFP; perdonar a las Isapres; firmar el TPP11; desalojar tomas de terrenos; leyes de seguridad contra el movimiento popular; decenas de presos políticos mapuche; flexibilidad laboral; condenar a la Venezuela Bolivariana y hacer negocios con Ponce Lerou, entre muchos otros “logros” de la traición gubernativa del otrora muchacho rebelde.
Quizás lo único rescatable, dentro de la catástrofe, sea el copago cero en Fonasa y la Ley Karin, pero una golondrina no hace verano.
Las y los trabajadores tenemos la obligación de levantar con fuerza nuestras demandas, nuestras exigencias: poner fin a la legislación laboral patronal; terminar con el subcontrato; tener negociación ramal; acabar con las nefastas AFP (otrora repudiadas hasta por el propio mandatario); terminar el lucro en la salud; en la educación; en la seguridad social, y que nuestras riquezas nacionales estén en manos del Estado con control social para llegar a ser realmente soberanos.
Este 1° de mayo clasista, rebelde y popular, tenemos que hacer presentes estas y otras demandas. ¡Ya basta de abusos!
Este 1° de mayo no es para bailar al son de las AFP controladas por los gringos, ni tampoco al compás de nuevos ritmos de aparente progresismo, pero que no son más que cantos de sirena herederos del arcoíris que alguna vez vendieron los fariseos de la alegría, allá en los comienzos de nuestra particular “democracia”.
Este 1° de mayo hay que tener presente que es la hora de terminar con las lamentaciones derrotistas, que es tiempo de protestar con fuerza contra una casta política corrupta que nos ha convertido en un país de enfermos mentales. Ya basta de estar arrodillados y votando por el mal menor, que a la postre resulta ser el mal mayor.
Acompáñanos en este grito de indignación.
¡Viva el 1° de mayo clasista, rebelde y popular!
Abril 2025. Desde el corazón del neoliberalismo.
* Centro de Estudios Francisco Bilbao