
El investigador de la Fundación SOL, Marco Kremerman, fue invitado a participar recientemente en el lanzamiento del Laboratorio de Investigación sobre Financiarización del Instituto de Economía Política de la Universidad de Carleton de Canadá (Financialization Research Lab en del Institute of Political Economy of Carleton University). Allí Kremerman realizó una presentación del caso chileno, sintetizado en la lucha social contra el sistema previsional de capitalización individual (AFP), o Capitalismo de Fondos de Pensiones.
El economista señaló que «En el sistema mundo, Chile se encuentra en una situación periférica y por eso es importante investigar los movimientos antisistémicos», y agregó que, «lo primero es indicar que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), respecto de los sistemas de pensiones, reconoce un pilar básico, financiado por impuestos generales, que considera una pensión universal para toda la población; y luego el clásico pilar histórico del Seguro Social o de la Seguridad Social Obligatoria (Sistema de Reparto), donde también podrían entrar los planes ocupacionales que pactan los empresarios con los sindicatos mediante la negociación colectiva por rama. Y en algunos casos existe el sistema de regímenes complementarios obligatorios o voluntarios de carácter privado y capitalización individual. Chile fue el primer país en el mundo que privatizó su sistema de pensiones y eliminó el pilar básico».
Siguiendo la presentación del integrante de Fundación SOL, Kremerman precisó que a través del movimiento social, «se logró generar un piso de cobertura mucho mayor y que está llegando al 90 % de la población jubilada, que paga una pensión de alrededor de 230 dólares. En Chile no tenemos el pilar público, ni de reparto, ni de seguro social. Lo que hay es un gran pilar de cuentas individuales, donde se aporta un 10 % de cotización de los trabajadores, más comisiones de administración y más un seguro que cubre invalidez y sobrevivencia. Además existe ahorro privado, el cual es premiado por el Estado con beneficios tributarios. En eso consiste el sistema de pensiones chileno hasta la fecha, lo cual explica que haya tanta resistencia por parte de las mayorías sociales».
Marco Kremerman puntualizó que, «el sistema chileno está basado en Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y en algunas compañías de seguros que administran los fondos de pensiones parcialmente cuando se jubilan los trabajadores y optan por un sistema de renta vitalicia. En la actualidad, el sistema completo acumula aproximadamente 230 mil millones de dólares, equivalente al 80 % del PIB. Durante la pandemia, en Chile se permitió retirar un porcentaje de los fondos de los propios trabajadores (porque no llegaron a tiempo los aportes del Estado) y se alcanzó a tener un 100 % del PIB para jubilación», y añadió que «si este sistema extraño pagara buenas pensiones, quizás la discusión sería otra. Pero el problema es que las pensiones pagadas por el sistema imperante en Chile son muy malas. Por ejemplo, las personas que cotizaron toda su vida (entre 35 a 40 años) y se jubilaron en el año 2023, obtuvieron como pensión un monto inferior a un tercio de sus últimos salarios (tasa de reemplado del 32 %). Ahora bien, aunque se trata de un sistema completamente privado, todos los años las AFP, del 100 % de recursos que recolecta por medio de las cotizaciones en las cuentas individuales, sólo ocupa un 16 % para pagar pensiones y el otro 84 % lo invierte. Las AFP sólo usa un 45 % en pago de pensiones cada año de lo que se recauda cada año; pero de esa cifra, casi 2/3 lo aporta el Estado. O sea, estamos hablando de un sistema de pensiones que termina apoyándose principalmente en los subsidios del Estado».
Respecto de lo anterior, Kremerman informó que «hoy, si se consideran toda la distribución del sistema completo de pensiones, apenas un 12 % los pone la industria privada de AFP y compañías de seguros. Como si fuera poco, las pensiones van bajando con el tiempo», y sumó que «estamos frente a un sistema privado de pensiones subsidiado por el Estado, donde los beneficiados son las AFP y los grandes grupos económicos donde invierten los dineros las AFP (50 % en el extranjero). Ello explica el estallido popular de de 2016, donde alrededor de un millón de personas se tomó las calles para decir No + AFP».
El especialista de Fundación SOL comunicó que «actualmente se acaba de aprobar una reforma en Chile que profundiza todavía más el sistema de cuentas individuales de las AFP, y que consiste en aumentar el monto de la Pensión Garantizada Universal (PGU) hasta los 260 dólares con la misma cobertura del 90 %; hacer crecer las cotizaciones de 10 a 14,5 %; y habrá un porcentaje que irá a una especie de ‘seguro social’ de manera transitoria. Esto es, 1 % de la cotización va ir a compensar a las mujeres que, según las tablas de mortalidad diseñadas por las AFP, discrimina porque tienen una esperanza de vida mayor. Y finalmente, habrá 1,5 % más para compensar las pensiones de un grupo de los actores pensionados (quienes hayan cotizado más de 10 años en el caso de las mujeres y más de 20 años en el de los hombres). Este último componente va ir desapareciendo en el tiempo y todo terminará en el sistema de capitalización individual, hasta llegar a un 16 % de cotización. Ello significa que en el régimen existirá un 60 % más de recursos para continuar financiarizando la economía chilena y ampliar las inversiones de las AFP en el extranjero».