Siempre con la mejor disposición, la incansable permanencia, la convocatoria, las redes de apoyo, los mayores ánimos y claridad de la lucha revolucionaria, el internacionalismo verdadero, la memoria histórica, la militancia que hermana a todo un continente, la férrea voluntad de luchar.
Con tristeza recibimos la noticia del reciente fallecimiento de nuestra compañera Irina Layevska, acontecido el día 23 de noviembre. Irina fue cuando lo conocimos, un compañero y luego compañera, que siempre brindó (junto con su inseparable compañera Nelly), una solidaridad sin límites a quienes fuimos perseguidos en 1995 por la traición de Salvador Morales Garibay (alias “Subcomandante Daniel”).
Irina y su compañera nos apoyaron durante toda la época en que fuimos perseguidos por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena) y otros órganos represivos del Estado; nos dio cobijo en momentos donde no hubo cámaras ni templetes, sólo represión, falta de recursos económicos y detenciones arbitrarias e ilegales, pues el traidor condujo personalmente al ejército y policías a las diferentes casas y dio los nombres de quienes apoyaron en silencio durante muchos años previos a lo que llegó a ser el grito del ¡Ya Basta!, que sacudió a México y al mundo entero entre el 31 de diciembre de 1993 y el primero de enero de 1994, días, meses, años y décadas después.
En silencio, las compañeras nos facilitaron espacios para escondernos, resguardar documentos, publicaciones y proteger a otros compañeros; nos ayudaron con recursos económicos y utensilios necesarios para la vida diaria con la discreción debida y sin esperar absolutamente nada a cambio.
Irina ayudó en el trabajo técnico que se le pidió y apoyó al naciente movimiento zapatista al brindar toda la solidaridad posible. Realizó diseños para la Convención Nacional Democrática (CND) y participó en caravanas que se realizaron desde varias partes del país hasta la Selva Lacandona. Todo esto lo hacía a pesar de las dolencias por la polineuropatía degenerativa que le aquejaba y haciendo a un lado las incapacidades de esta enfermedad incurable.
A pesar de sus dolores, Irina nunca perdió la confianza en el movimiento, en la solidaridad y en la necesidad de apoyar la lucha revolucionaria por cambiar el sistema social decadente y podrido que, aunque cambie de rostro (sea hombre o mujer), permite la continuidad del capitalismo, la explotación, la represión, el saqueo y la depredación del medio ambiente. Irina siempre estuvo clara en eso.
Su claridad, valor y compromiso lo aprendió de sus compañeros, pero mucho, de la firmeza del pueblo cubano y su revolución. Fue fundadora de la “Promotora de Solidaridad Va por Cuba” y en su práctica militante jamás perdió la confianza en la necesidad de la continuidad revolucionaria. Con firmeza defendió también los derechos de las personas con discapacidad y de la comunidad LGBTQI+ y la lucha por la autoderminación de los pueblos, en especial de Palestina, los pueblos de África y América Latina.
A Irina le enviamos hasta donde esté, un abrazo y no un adiós, sino un “hasta pronto, camarada”, porque llevó siempre en su corazón la firme convicción y el espíritu que implica nuestra incansable lucha.
Partido Fuerzas de Liberación Nacional (PFLN)