Creer que en Chile hay varias derechas es de una ingenuidad de alcance histórico. Con el convencimiento de que el lenguaje genera realidades, de alguna caja de ideas apareció una que permite hacer menos gravoso llegar a acuerdos y asumir compromisos con una derecha diferente de otra.
¿En qué se diferenciará una derecha de la otra?
Decir que hay una derecha con la que se puede llegar a acuerdos democráticos que se van a cumplir, con la cual se puede negociar leyes y mecanismos para la administración del Estado, es una cosa que solo puede responder a intereses políticos y de los otros.
Pero creer que hay una derecha con un irrenunciable compromiso democrático, que sería capaz de respetar el orden en cualquier condición y cualquiera sea el carácter de un gobierno, pongamos por caso extremo, de una izquierda que se proponga un cambio en el paradigma neoliberal, es pecar de ingenuos.
Por el otro lado, el mismo tipo de creatividad definió una izquierda democrática para diferenciarse de otra que no lo sería. Para que digamos las cosas como son, esta última definición es solo y exclusivamente para el Partido Comunista.
Por cierto, hay otra clasificación que permite no dar tantas explicaciones a la hora del cambullón, los acuerdos por bajo la mesa, las cuotas en empleos estatales y las alianzas espurias, pero eficientes a la hora de cazar incautos: la centro izquierda. Que ahí se instale la democracia cristiana dice mucho de eso que anda.
En ese saco de boca ancha, cabe medio mundo que intenta escalar en política vestido con ropaje que no le corresponde, levantando el puño y luciendo un discurso subversivo, pero cuando llegan al poder al que postulan, cambian de ropajes y contribuyen a fortalecer el neoliberalismo que dijeron combatir.
¿Cuántas veces usted ha visto esa mutación?
Esta mecánica fraudulenta ha permitido el avance de la derecha en cualquiera de sus expresiones temporales, porque ha sido una decisión política de estas izquierdas rendidas y neoliberalizada hasta la madre, no oponerse a la agenda neoliberal, sino, supuesta y erróneamente, buscar avances dentro del mismo dominio.
Este fenómeno viene exportado desde la izquierda neoliberalizada europea que por sus comportamientos vacilantes y por creer en la “derecha democrática”, tienen la responsabilidad del crecimiento cancroide del fascismo en numerosos países de ese continente.
La historia ha demostrado que al fascismo solo se le contiene y derrota cuando millones de personas enarbolan ideas radicales, seducidas tras un proyecto emancipador que contemple una estrategia de sociedad basada en valores humanos, que contraríen la idea de que las personas son útiles solo en cuanto generan riquezas al capital.
En el orden neoliberal, las personas, incluidos los niños, son objetos de negocios, y sus derechos son vías para la obtención de ganancias. Clientes son y no personas. Y entre más pobres, mejor.
Y nuestro país luce con orgullo para sus sostenedores el más alto estándar de derechos transformados en negocios: sistema de pensiones, educación, salud, medio ambiente, vivienda, y un largo etcétera que incluye los goles del domingo.
He aquí que la imposición de esta cultura ha sido posible solo porque parte de la izquierda histórica se rindió, otra nació con fallas y la que vale la pena aún no toma conciencia y el toro por las astas.
Haga usted un ejercicio: piense que un proyecto político se propone e instala la idea de que la educación es un derecho y que cada niño irá a la escuela de su barrio, limpia, acogedora, segura, de cargo de toda la sociedad, con profesores bien tratados, con participación de sus comunidad, democrática e inclusiva.
Le adelanto que esa idea aterradoramente extremista y propia de comunistas desfasados, seguramente financiada por Venezuela, con injerencia de agentes cubanos, sería declarada fuera de la ley y sus promotores perseguidos por la seguridad del Estado.
Ahí verá que esa derecha no es tan democrática y que esas nominaciones que caben en el conceptos de “las derechas” solo han sido usadas para aguachentar el peligro que viene de sus ideas con relación al ser humano, la sociedad, los derechos de las personas, de la economía y del rol del ser humano sobre la tierra.
Las mayores matanzas de seres humanos en la historia han sido por las ideas de las que son herederos aquellos que se dicen de derecha, en cualquiera de sus envases.
Roque Dalton quizás uno de los más lúcidos y heroicos poetas de América Latina, profetizó: “No olvides nunca que los menos fascistas de entre los fascistas también son fascistas.”
En este país de amnésicos, esa previsión cayó en saco roto.