por Michael Roberts
Cada año, la revista Historical Materialism celebra una conferencia en Londres. Asisten (en su mayoría) académicos y estudiantes (en su mayoría marxistas) para discutir la teoría marxista y los problemas actuales. El tema de este año fue: Contrarrestar la plaga: las fuerzas de la reacción, la guerra y cómo combatirlas.
Este año estuvo muy concurrida, con más de 930 inscritos para discutir 800 trabajos presentados durante cuatro días. Además, hubo una conferencia del último ganador del premio anual Isaac Deutscher al mejor libro de 2023 (Mercado y Violencia de Heide Gerstenberger) y hubo algunos plenos muy numerosos sobre el imperialismo del siglo XXI, Clima y Capital.
No puedo cubrir todos los temas discutidos durante cuatro días, así que en esta nota, como de costumbre, me concentraré en las sesiones sobre economía marxista (HM cubre todos los aspectos de la visión marxista de la sociedad humana: filosofía, cultura, estrategia política, etc.).
Capitalismo tardío
Permítanme comenzar contando las sesiones en las que participé. La primera fue una mesa redonda sobre el impacto y la relevancia actual de El Capitalismo Tardío, un libro escrito por el marxista belga Ernest Mandel a principios de la década de 1970. En mi opinión, se trata de un clásico sobre la naturaleza y las tendencias del capitalismo mundial a mediados del siglo XX. La sesión se convocó con ocasión de una nueva edición del libro con una introducción de Cedric Durand, un economista francés. Hubo varios oradores conocidos: Peter Green, Ozlem Onaran, Riccardo Bellofiore, Alan Freeman y yo mismo.
Peter Green otorgó al libro de Mandel algunas puntos fuertes y otros débiles; uno fuerte es que Mandel critica la visión «monocausal» de las crisis, es decir, que haya una causa principal de las crisis, más que una multiplicidad de ellas. Uno débil es la falta de apoyo de Mandel a una teoría del desequilibrio de las crisis. A Peter tampoco le convence el apoyo de Mandel a las largas olas en la acumulación capitalista (es decir, ondas ascendentes durante décadas y luego descendentes).
Ozlem Onaran, que irónicamente es (era) miembro del grupo trotskista asociado con Mandel (los Mandelistas) en el siglo XX cree que El Capitalismo Tardío necesita actualmente ampliar su alcance para cubrir el feminismo, los cuidados no remunerados y encontrar una manera de «sintetizar» la teoría económica marxista con la teoría postkeynesiana de Kalecki. Dudo que Mandel hubiera estado de acuerdo si hubiera asistido a la sesión.
Riccardo Bellofiore fue más allá y básicamente rechazó la mayor parte del enfoque de Mandel sobre las crisis y, en particular, su defensa de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancias de Marx. Alan Freeman concentró sus comentarios en el infatigable trabajo revolucionario de Mandel.
Me encontré bastante en desacuerdo con los otros ponentes. Para mí, Mandel dio grandes pasos a la hora de explicar el largo auge después de la Segunda Guerra Mundial; y mostrar que el «capitalismo tardío» era solo eso, todavía capitalismo. No se había transformado en «capitalismo monopolista», o «capitalismo monopolista de estado», o «capitalismo financiero», en los que la rentabilidad ya no era la piedra de tope de la acumulación de capital. Mandel continuó basándose en la ley de rentabilidad de Marx para explicar las crisis.
Sin embargo, creo que Mandel debilitó la fuerza de esta teoría al criticar lo que llamó explicaciones «monocausales» de las crisis capitalistas, en particular la teoría del subconsumo de Luxemburgo y la teoría de la masa de ganancias de Grossman. En cambio, Mandel afirmó que había múltiples causas: la caída de la tasa de beneficios era la base de la crisis de producción; pero también se producía una crisis de «realización» causada por la falta de demanda de los «consumidores finales».
Aproveché la oportunidad, sin haberlo preparado demasiado, para levantar la bandera de la «monocausalidad», es decir, que si aceptamos una multiplicidad de causas y esas causas son diferentes para cada crisis en la producción capitalista, entonces no tenemos ninguna teoría de las crisis. En mi opinión, está claro que detrás de las crisis en el capitalismo está la búsqueda del beneficio y la ley de rentabilidad de Marx es la causa subyacente (pero no próxima) de las crisis. De la caída en la rentabilidad y la masa de ganancias viene el colapso de la inversión y, finalmente, de la producción, los ingresos, el empleo y el consumo, no al revés. Vea aquí para una mejor explicación de lo que quiero decir.
Otra parte esencial del análisis de Mandel sobre la acumulación capitalista fue su versión de la teoría de las ondas largas de la acumulación capitalista, es decir, que la acumulación tiene un período de expansión con relativo éxito con las nuevas tecnologías, pero es seguida por una onda descendente de declive relativo impulsada por la disminución de la rentabilidad y el agotamiento de las tecnologías existentes. Creo que la evidencia empírica de largas ondas o ciclos está cada vez mejor respaldada y es relevante para darnos una «visión a largo plazo» del estado de la economía mundial (ver mi libro, The Long Depression y hay otros trabajos nuevos que reseñaré pronto). Las ondas largas indican la situación objetiva de la que podemos extraer alguna estrategia política (subjetiva).
Sin embargo, Mandel intenta en El Capitalismo Tardío reconciliar esta teoría «endogéna» de los ciclos económicos presentada por primera vez por Kondratiev con la opinión de Trotsky de que los factores políticos deben impulsar los ciclos. Así que termina con una combinación de ambos en su explicación. Para mí, la fase ascendente de la acumulación ocurre con un período de aumento de la rentabilidad y la fase descendente se relaciona con una caída de la tasa de ganancias. Las crisis económicas crean las condiciones para un nuevo aumento de la rentabilidad basada en las nuevas tecnologías que impulsan una nueva onda ascendente.
Este enfoque es acusado de ser «mecanicista» y, de nuevo, en la sesión, levanté la bandera del mecanicismo. Desde que Mandel escribió El Capitalismo Tardío, se han producido un montón de nuevos trabajos empíricos que apoyan la existencia de las ondas largas causadas endógenamente.
Desde que Mandel escribió El Capitalismo Tardío, la fabricación manufacturera global se ha desplazado principalmente de las economías capitalistas avanzadas imperialistas a la periferia; la Unión Soviética se ha derrumbado y China se ha convertido en un importante rival económico de la hegemonía estadounidense. Las políticas neoliberales han destruido el «Estado de bienestar» del período inmediato de posguerra y han acabado con la confianza en la capacidad de las políticas de macrogestión keynesiana para poner fin a los auges y las crisis. En cambio, ha habido un fuerte aumento de las desigualdades en los ingresos y la riqueza, tanto entre países como dentro de ellos. Sobre todo, el cambio climático por el calentamiento global, impulsado por el «capitalismo fósil» con fines de lucro, se ha convertido en un gran desafío existencial para la humanidad y la naturaleza. Es hora de un nuevo libro sobre el «capitalismo posterior» en el siglo XXI.
Inflación
He ocupado bastante espacio en esta nota a una sesión, así que permítanme pasar a la sesión sobre las causas de la inflación y las políticas para lidiar con ella en la que también participé. En esta sesión, Bill Dunn de la Universidad de Kingston en el Reino Unido presentó un argumento contraintuitivo sobre la política en relación con la inflación al argumentar que la inflación de precios no siempre es mala para los trabajadores. Bill nos recordó que cuando tienes muchas deudas, puedes reducir parte de la carga de la deuda. Y en conjunto, la inflación podría ser propicia para un crecimiento económico más rápido. De hecho, cuando las reivindicaciones de los trabajadores de salarios más altos chocan con objeciones de que inducen más inflación, los trabajadores podría argumentar que la inflación no es el terrible mal que se pinta.
Debo decir que no consideré muy convincentes los argumentos de Bill a favor de una visión menos anti-inflación por parte de la izquierda. Estoy convencido que el reciente aumento de la inflación tras la pandemia en todas las principales economías ha dañado seriamente los ingresos reales de la mayoría de los hogares de clase trabajadora. De hecho, fue un factor clave en la gran victoria de Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos justo antes de la conferencia de HM.
Tomese el «Índice de Miseria» global (un índice de la tasa de desempleo más la tasa de inflación). El impacto de la alta inflación en 2021-2 elevó el índice de miseria a niveles no vistos a nivel mundial desde la década de 1970.
En mi opinión, es al capital, no al trabajo, al que le gusta un poco de inflación (no demasiada, tampoco) porque proporciona margen para que los capitalistas aumenten los precios para mantener sus ganancias. De hecho, en mi presentación, mostré pruebas de una espiral de ganancias y precios en la reciente inflación tras la pandemia.
Mi presentación se basó en un trabajo conjunto con Guglielmo Carchedi sobre las causas subyacentes de la inflación. Argumentamos que las teorías del monetarismo convencional, el impulso de costos keynesiano y las teorías psicológicas sobre las «expectativas» son falsas. En su lugar, ofrecemos una teoría del valor de la inflación. Esta argumenta que, como en la teoría marxista, los valores agregados iguales a los precios de producción y dinero son una representación de ese valor, por lo que ceteris paribus, si el valor crece, la oferta monetaria aumentará para igualar ese crecimiento de valor y, por lo tanto, no habrá inflación en los precios. Sin embargo, el nuevo crecimiento de valor (que medimos en horas de trabajo trabajadas por toda la fuerza de trabajo en una economía) tiende a disminuir en relación con el aumento de la producción de productos básicos. Por lo tanto, los precios por unidad de producción deberían tender a caer a medida que se requiere menos tiempo de trabajo en la producción.
Pero eso no sucede. ¿Por qué no? Porque las autoridades monetarias en los gobiernos capitalistas creen en una teoría monetarista que afirma que si aumentan la oferta monetaria, eso impulsará la desaceleración del crecimiento de valor. Eso conduce a una brecha entre el crecimiento del dinero (circulante) y el nuevo crecimiento de valor. La diferencia entre los dos es la «tasa de valor de la inflación». Usando datos de EEUU, encontramos que durante el período de posguerra la tasa de valor ha tendido a caer. En el primer subperíodo hasta la década de 1980, la brecha se amplió, por lo que la tasa de valor aumentó (inflación y estanflación); pero en el segundo período después de la década de 1980 hasta ahora, la brecha se redujo y la tasa de valor se desaceleró (desinflación y deflación). Encontramos una muy buena correlación positiva entre nuestra tasa de valor de la inflación y la inflación oficial (en los Estados Unidos), lo que apoya empíricamente nuestra teoría de la inflación en las economías modernas.
¿Qué se puede concluir de esto? En primer lugar, nuestra tasa de valor de inflación es consistentemente más alta que la tasa oficial. Lo que indica que la estimación oficial de la inflación subestima significativamente la verdadera tasa de inflación en las economías modernas. En segundo lugar, demuestra que si las autoridades monetarias aumentan la oferta monetaria cuando el crecimiento del valor se está desacelerando, habrá inflación de precios (a menos que el dinero extra no circule, sino que se destine a comprar activos financieros o se sitúe en cuentas bancarias, como sucedió en la década de 2010 con la llamada flexibilización cuantitativa).
Curiosamente, nuestra teoría tiene afinidades con la teoría de la «inflación permanente» de Mandel, tal como se expone en El Capitalismo Tardío, donde dice que si «la circulación monetaria se ha duplicado sin un aumento significativo en el tiempo total de trabajo dedicado a la economía, entonces el nivel de precios también tenderá a duplicarse». Y la cantidad de dinero «siempre se combina con altibajos de la tasa de beneficio, de la productividad del trabajo, de la producción, de las condiciones del mercado (sobreproducción o insuficiente producción)». Pero en nuestra teoría, hemos definido mucho más claramente el factor determinante (crecimiento del valor) y el factor determinado o contrarrefactor (oferta monetaria) en el movimiento de los precios. Como resultado, Carchedi y yo creemos que la teoría del valor de la inflación tiene un mayor poder explicativo que las teorías convencionales y también ofrece cierto poder predictivo sobre la tendencia de la inflación futura.
Capitalismo y combustibles fósiles
En la conferencia asistí a una sesión sobre lo que se llama «capitalismo de combustible fósil». Lukas Slothius de la LSE argumentó que las empresas de combustibles fósiles a menudo afirman estar liderando la lucha contra el cambio climático porque están invirtiendo en nuevas tecnologías para reducir las emisiones de carbono, como los sistemas de captura de carbono o el hidrógeno. Pero estos sistemas no ofrecen reducciones de emisiones de ninguna manera apreciable y son extremadamente caros. En realidad, esta reivindicación de la «tecnología» de la industria de los combustibles fósiles solo busca permitirles continuar con la exploración y producción de combustibles fósiles sin obstáculos.
Matt Huber, de la Universidad de Syracuse, describió cómo las categorías clave de El Capital de Marx -valor, oculto en la producción, la plusvalía, la acumulación de capital, la acumulación primitiva y la expropiación de los expropiadores- proporcionan un marco que es muy relevante para el papel del capitalismo de los combustibles fósiles en la crisis climática.
En una sesión perspicaz sobre mercancias digitales, valor e IA, el joven Luis Arboledas-Lérida hizo un excelente trabajo de demolición de la afirmación de algunos autores de que los ingresos de las empresas de conocimiento (los Cinco Famosos o los Siete Magníficos) eran en forma de rentas de monopolio, no de ganancias. Lucas refutó los argumentos de que estas rentas procedían de monopolios sobre avances tecnológicos o la pretensión de que, como el conocimiento no tiene valor creado por el trabajo, cualquier ingreso debe venir de derechos de propiedad, como la propiedad de la tierra.
Lucas argumentó que tales teorías eran un malentendido de la teoría de la renta de la tierra de Marx. De hecho, la mayor parte de los ingresos obtenidos por las empresas de conocimiento son ganancias directas de la venta de publicidad (Meta, Twitter, etc.) o software (Microsoft). Además, la afirmación de que los trabajadores del conocimiento no generan valor para sus empleadores porque es trabajo mental es claramente absurdo y es lo opuesto a la concepción materialista de Marx del trabajo, ya sea físico o mental. En mi opinión, tales teorías parecen tener relación con el ridículo concepto de «tecno-feudalismo» y la muerte del capitalismo.
De nuevo, la teoría del valor
Hubo muchas sesiones sobre la teoría del valor de Marx; incluyendo una vez más el llamado problema de la transformación de los valores en el tiempo de trabajo en precios de producción y si Marx logró esa transformación con consistencia lógica. Esta discusión ha durado décadas o incluso más. Creo que ha sido resuelto con éxito por varios autores marxistas desde la publicación de El Capital Volumen III. Sin embargo, puedo volver a mi revisión de HM 2016 y encontrar las mismas discusiones. Parece que algunas personas no están satisfechas con la solución de Marx o tal vez simplemente siempre roen el mismo hueso.
En una sesión más interesante sobre la teoría del valor participó Nikolaos Chatzarakis del New School de NY. Utilizó la teoría física de la conservación de la energía como analogía para la teoría del valor de Marx. En la teoría de la conservación de la energía, la energía que entra, sale (tal vez con alguna pérdida), pero nunca sale con más energía que al principio. La energía no se puede crear de la nada. Del mismo modo, en el proceso de producción capitalista, lo que sale como esfuerzo de la fuerza de trabajo en valor (medido en tiempo de trabajo) nunca puede ser más que el trabajo utilizado en la producción. Así que las máquinas no pueden crear nuevo valor además de la mano de obra. Y eso implica que la automatización total es imposible bajo el capitalismo, no sería capitalismo.
Imperialismo
En la misma sesión, John Smith, ganador del premio Baran-Sweezy por su trabajo innovador sobre el imperialismo en 2016, argumentó que había una importante diferencia conceptual entre la tasa de explotación y la tasa de plusvalía. La primera se puede medir en sociedades de clases pasadas como el feudalismo y la esclavitud, pero la segunda solo surge en el capitalismo. John argumentó que tenemos que reconocer que la explotación puede ir más allá de la categoría marxista de plusvalía, especialmente en el llamado Sur Global, el ámbito de la «superexplotación». John parecía argumentar que la categoría de plusvalía de Marx debería ser enmendada o incluso abandonada. Mi opinión sobre esta categoría de superexplotación se puede encontrar aquí.
Hablando de la explotación imperialista por parte de los países ricos en la periferia, Conrad Herold de la Universidad de Hofstra ofreció una crítica importante de las últimas mediciones del intercambio desigual en el comercio internacional. Estas muestran transferencias masivas de valor (y recursos) desde el llamado Sur Global hasta el núcleo imperialista. Conrad se mostró escéptico sobre la validez de utilizar los tipos de cambio en téminos de paridad de poder de compra (PPC) para discernir la transferencia de valor, como lo hacen casi todos los estudios actuales. Medir las transferencias por diferencias en los tipos de cambio y el poder adquisitivo en los países lo desvincula del valor y, por lo tanto, no puede ser una medida precisa de las transferencias de valor.
Por ejemplo, un estudio reciente de Jason Hickel et al calcula una transferencia asombrosa de 62 billones de dólares desde 1960 o 152 billones de dólares cuando se tiene en cuenta el crecimiento perdido. Esta apropiación a través de un intercambio desigual representa hasta el 7% del PIB del Norte y el 9% del PIB del Sur. Esto es mucho más que el cálculo que Guglielmo Carchedi y yo hacemos en nuestro trabajo sobre la economía del imperialismo moderno. No utilizamos la fórmula del tipo de cambio PPC, sino que confiamos en el valor incorporado en el comercio de exportación de diferentes países.
Los temas de HM de este año fueron el imperialismo y el cambio climático, por lo que hubo muchas sesiones sobre estos temas (literalmente) candentes. En una sesión, Tavo Espinosa y AK Norris argumentaron que la segregación racial en los Estados Unidos permitió al capital extraer ganancias excedentes de la mano de obra negra dentro del país y no solo a través de transferencias imperialistas desde el extranjero.
También hubo una sesión sobre las teorías marxistas del beneficio en relación con el «capitalismo tardío» y el imperialismo. No pude asistir, pero mirando los resúmenes, encontré interesante un artículo de Ian da Silva, de la Universidad Federal Fluminense (PPGE-UFF), Brasil. Este es el resumen: «Con el fin de ilustrar nuestro argumento, presentamos brevemente el debate que tuvo lugar en 2013 en el blog Monthly Review, que comenzó con una publicación de Michael Heinrich negando la validez de la ley, en el que algunos de sus principales interlocutores sobre este tema fueron Michael Roberts y Andrew Kliman, defendiendo la validez de la ley. Argumentaron que esta ley es la base para la construcción de una teoría de la crisis en Marx, tomándola como la causa de la crisis misma. Pero concluyó que los participantes en el debate están equivocados en el sentido de que no entienden el significado de la «ley» en Marx, comprendiéndola de manera empírica. En cambio, de acuerdo con la validez de la ley, sostengo que la caída en la tasa de ganancias no puede ser la causa de la crisis, sino solo una de sus formas de manifestación. La causa de la crisis es la contradicción entre las condiciones sociales de producción y las condiciones privadas de apropiación».
Parece que volvemos a la discusión sobre las causas de las crisis bajo el capitalismo, que describí al comienzo de este artículo, en la sesión sobre el libro de Ernest Mandel, El Capitalismo Tardío. Aparentemente, según da Silva, las crisis no tienen nada que ver con la ley de rentabilidad de Marx. En cambio, las crisis son causadas por «la contradicción entre las condiciones sociales de producción y las condiciones privadas de apropiación». Eso me suena a una tautología, no a una conexión causal.
Finalmente, el ganador del premio Isaac Deutscher de este año al mejor libro de 2024 fue The Eye of the Master (El ojo del amo) de Matteo Pasquinelli; una perspicaz historia social de la inteligencia artificial. La IA es el tema de actualidad y revisé este libro el año pasado.
Traducción: G. Buster