Este 8 de noviembre, a las 18.00 horas, en la calle ex Cuatro Oriente 115c, comuna de Quilicura, metro Lo Cruzat, en la Casa Popular Recabarren, se lanzará el libro «El Marx del sur» de Gonzalo Toro F. La presentación de la obra la harán Patricio Lagos y Sebastián Parada.
Se reproduce adelante un extracto de la introducción del libro.
Asistimos a un tránsito, casi imperceptible, entre el pensamiento del marxismo tradicional del siglo XX a un nuevo pensamiento revolucionario que nace de una vuelta al Marx que permaneció oculto por capas y capas de distorsiones ideológicas por más de un siglo. Una importante corriente revolucionaria que se construye desde el sur del mundo poco a poco se va abriendo paso, constituyéndose como una alternativa humana, pero a la vez revolucionaria, a un sistema social fundado en el crimen y la explotación.
La orientación general de este ensayo tiene como propósito tomar como lugar estratégico del análisis la recuperación de la crítica de Marx a las dinámicas del capitalismo en tanto que sistema global de dominación colonial, concepción que choca violentamente con una visión eurocéntrica del marxismo, lo cual tuvo consecuencias dramáticas para el proyecto revolucionario teórico y práctico del siglo XX.
A través de toda su vida, Marx va construyendo un pensamiento que se va complejizando y que tiene como uno de sus elementos centrales una visión anticolonial. La relación de Marx con el cartismo inglés solo dos años después de escribir el Manifiesto Comunista, las claves entregadas en El Capital sobre los pueblos no europeos, su relación con los naródniki (los populistas rusos) en la década del 80 del siglo XIX, así como sus notas sobre el cuaderno Kovalevsky muestran un Marx muy lejos de la interpretación eurocéntrica desarrollada sobre él por el marxismo del siglo XX.
El Marx que se construyó en el siglo XX, es decir, el Marx que los marxistas del siglo XX conocieron y estudiaron, es un Marx que pasó por el filtro de la socialdemocracia alemana, del estalinismo y del llamado “marxismo” occidental. Fueron ellos los que construyeron la idea que se tiene del pensamiento de Marx que ha dominado hasta la fecha. El verdadero Marx quedó oculto bajo esas interpretaciones (…)
Desde un punto de vista teórico se puede decir que se dio, y sigue dándose, una confrontación entre la visión de un Marx eurocéntrico y un Marx del sur del planeta.
El filósofo marxista italiano, Antonio Labriola (1843- 1904) se preguntaba a propósito de la “crisis” o “decadencia” de Marx, “cómo nos puede asombrar… que muchos y muchos escritores, sobre todo publicistas, hayan tenido la tentación de tomar críticas de adversarios, o de citas incidentales, o de arriesgadas inferencias basadas en pasos sueltos, o de recuerdos vagos, los elementos necesarios para construirse un Marxismo de su invención y a su manera… El Materialismo Histórico -que en cierto sentido es todo el Marxismo- ha pasado… por una infinidad de equívocos, malas interpretaciones, alteraciones grotescas, disfraces extraños e invenciones gratuitas… que tenían por fuerza que ser un obstáculo para las personas que quisieran hacerse con una cultura socialista.” (Discorrendo di socialismo e di filosofia, carta II).
Después de la muerte de Marx y durante las dos últimas décadas del siglo XIX, se inició paulatinamente la degradación de la teoría marxista, la cual fue sustituida por una filosofía empirista y por un reduccionismo mecanicista que reniega de lo que fue la esencia misma del pensamiento de Marx: su concepción revolucionaria. Los actores fundamentales de esta degradación fueron la socialdemocracia alemana y la dirección del Partido Comunista de la URSS a partir de la década del 30 del siglo pasado. Lo siguieron luego una serie de académicos e intelectuales del llamado “marxismo occidental”(…)
Hay una distancia insalvable que separa a Marx de las interpretaciones que se han hecho de su pensamiento. Sin embargo, la validez de las teorías enunciadas por estas interpretaciones fueron claramente impugnadas, aunque solo fueran parcialmente, por revolucionarios que reaccionaron contra la vulgarización y el reduccionismo del pensamiento de Marx como Rosa Luxemburgo, Gramsci, Fanon, Mariátegui, el Che, y por centenares de militantes de los movimientos revolucionarios que combatieron y combaten contra el sistema capitalista. Lamentablemente, la difusión de un marxismo eurocéntrico tuvo un peso determinante en la formación de generaciones de militantes que solo pudieron empezar a salir de las brumas impuestas por el marxismo tradicional a través del choque de la actividad revolucionaria con la realidad y del impacto provocado por el derrumbe de la URSS y de los países del llamado “socialismo real”.
La imagen que se ha construido sobre los orígenes del marxismo suelen atribuir el desarrollo y evolución del pensamiento teórico de Marx a una reflexión puramente intelectual. Se muestra a Marx separado de la lucha revolucionaria, absorto en sus libros, escribiendo cartas y estudiando en la Chetham’s Library de Manchester junto a su amigo Engels. Se discuten las distintas influencias que incidieron sobre su pensamiento, las fuentes teóricas, su relación con la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo utópico francés, transformando al marxismo, y a Marx con él, en una reflexión puramente intelectual.
Lo que es evidente es que esta imagen, que se ha querido construir de Marx, tiene la intención de oscurecer y distorsionar la figura del revolucionario, del teórico de la revolución, del militante. Del pensador que elaboró una teoría crítica de la sociedad capitalista a partir de un proyecto revolucionario. Estas interpretaciones apuntan a vaciar el pensamiento de Marx de su contenido revolucionario.
Marx produce una reflexión que es de las más radicales, y que hasta el día de hoy ha dejado al capitalismo sin posibilidades de respuesta. Todo el pensamiento de la modernidad capitalista, que va del Renacimiento a la Ilustración, constituye un pensamiento que quiere interpretar la realidad para justificarse a sí mismo y para reproducirse a sí mismo. Marx, por el contrario, quiere transformar esta realidad. Son dos perspectivas muy distintas (…)
En le actualidad hemos heredado un Marx muy velado por el marxismo del siglo XX. Un marxismo que no tiene mucho que ver con Marx. Un marxismo que poco a poco se institucionalizó, se dogmatizó, y que muchas veces se transformó en un dique de contención de los procesos revolucionarios.
Es fundamental cambiar la mirada. Comenzar a mirar el mundo desde otro lado. No desde la academia, ni del discurso, ni de las instituciones del enemigo. Marx nos habla desde el explotado. Marx mira desde otro lugar, desde el lugar de aquel que no puede reproducir su vida. Del que vive en carne propia la explotación del capital. De ahí debemos mirar, desde la rebelión y desde la insurgencia.
En la historia de la filosofía hay una verdadera ruptura llevada a cabo por Marx: la filosofía de la praxis, es decir, la actividad humana fundamental, lo que define al ser humano como tal y por la cual el ser humano produce la realidad histórica y se produce a sí mismo. Sin embargo, no basta con que Marx haya puesto de nuevo la dialéctica de Hegel sobre los pies, todavía es necesario no impedirle que camine.