por Jacobo Silva Nogales
Introducción
El nombre no es común entre la izquierda. Hablar de una organización de los pobres en vez de una del proletariado o del campesinado o de los explotados o del pueblo, es muy mal visto por los que saben de esos asuntos y lo era mucho peor antes, en el tiempo en que se nombró así a la organización armada que Lucio Cabañas creó: Partido de los Pobres.
Lo políticamente correcto habría sido nombrarlo Partido del Proletariado o Partido Obrero o Partido Revolucionario o Partido del Pueblo o Partido de los Trabajadores o de cualquier otra forma que no incluyera la palabra “pobre”, porque, dicen, esta palabra es un concepto clasista y por eso no educa políticamente.
La manera en que sus miembros escribían sus siglas tampoco es correcta, gramaticalmente hablando. Nada tienen que hacer la “D” y la “L”, en medio de las dos “P” indicativas de “partido” y “pobres”. Usualmente no se incluyen como parte de las siglas, y menos como mayúsculas. Lo gramaticalmente correcto sería escribir pp en vez de PDLP.
Pero a quien o quienes nombraron al partido y a quien o quienes decidieron las siglas que lo representarían no les importó ni lo uno ni lo otro. Lo que resulta indicativo de la persona que estuvo al frente del proceso que llevó a la creación del partido y revela algo del partido mismo: que el individuo al que se le puede considerar como creador del partido y de las siglas no era política ni gramaticalmente correcto ni le interesaba serlo; y que no se trataba de una organización muy preocupada por lo político ni por las cuestiones teóricas. El dirigente era un heterodoxo, alguien que hace en política lo que en el ámbito de la religión se llamaría herejía; alguien que hace lo que considera correcto a pesar de no concordar con lo convencional y de saber que será criticado y hasta castigado por su atrevimiento.
¿Por qué se guiaba, entonces? El nombre expresa que le interesaba más la opinión de los que se identificaban a sí mismos con el término “pobres” y que era a ellos a quienes quería organizar, porque se sentirían incluidos mejor con ese nombre que con otro. ¿Para qué generar una identidad nueva, cuando esta ya existía y hacía falta solamente organizarla?
Las siglas dicen, con sus intrusas letras, que las decisiones acerca del nombre y las siglas representativas del grupo no fueron tomadas por el dirigente. Al ser maestro no podía ignorar reglas tan elementales de la gramática, de manera que una decisión de esa naturaleza podía tomarse solamente en una elección en la que el conocedor de las reglas gramaticales se encontrara en minoría o en el que cediera a los demás el derecho de elegir el nombre. En cualquier caso, las siglas dicen que en el grupo no solo el dirigente tomaba las decisiones, sino que participaban en ellas los demás integrantes del grupo y la mayoría decidía. Esto concuerda con la elección del nombre del partido, nombre con el que se sentiría a gusto cualquiera de ellos por saberse pobres.
Dicen algo más el nombre y las siglas: que el partido estaba conformado por gente pobre, humilde, que esa era su identidad y que, frente a ella, por definición, se encontraba otra identidad contraria: la de los que no eran pobres, la de los ricos. Había, por lo tanto, una confrontación entre los pobres y los ricos, una guerra de los pobres contra los ricos. Dicen también que el dirigente quería que los miembros de la organización la sintieran suya. Sabía que eran proletarios y campesinos pero prefería llamarles como ellos se nombraban a sí mismos y no como les llamaban otros.
Así era Lucio Cabañas Barrientos, así era el Partido de los Pobres, el PDLP. Lucio fue un hombre conocido por el partido que creó. No puede hablarse de él sin referirse al PDLP; y así, este era un partido del que no puede hablarse sin hacer referencia a Lucio Cabañas Barrientos, mejor conocido como Lucio Cabañas, y todavía mejor conocido como Lucio, simplemente, porque quienes mejor lo conocieron le decían así, nada más. Lucio, debido a que los apellidos estorban cuando se le habla a un hijo, a una hija o a una persona muy cercana. Pero eso no es todo lo que hay que decir de Lucio. Si fue considerado por el gobierno federal como un grave problema para la seguridad nacional, si en Guerrero ningún político podía dejar de tomarlo en cuenta, y si formó parte de todos los conflictos económicos, políticos y sociales habidos y por haber en tres municipios guerrerenses, de 1964 a 1972, entonces hay mucho que puede decirse de él.
Y no solo se puede, sino que debe decirse. A pesar de que muchas cosas se han dicho, otras más se han dejado de mencionar, con respecto a hechos desconocidos, pero, además, hay mucho que decir en torno a la interpretación que existe de los hechos conocidos. Por ejemplo, si se toma en cuenta que el PDLP era un partido que luchaba contra el capitalismo, podría esperarse, por las características típicas de las organizaciones revolucionarias de su época, que fuera un partido leninista, es decir, un partido de cuadros formado por profesionales de la revolución, centralista en nombre del centralismo democrático, pero no era así, era radicalmente distinto, lo que origina una serie de interrogantes: ¿por qué no era como todos los demás? ¿Qué tipo de partido era entonces? Hay quienes decían que no era un partido revolucionario porque sus dirigentes no se nombraban como los de las organizaciones revolucionarias típicas, o por la atipicidad de las relaciones entre sus dirigentes. ¿Cómo era,
entonces? ¿Era revolucionario? ¿Cómo se elegían sus dirigentes? ¿Cómo se relacionaban con su base?
Es de sobra conocida la existencia de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA), una estructura militar, pero, ¿cuál era la relación entre la BCA y el PDLP? ¿Era el PDLP un grupo pequeño, una élite, dentro de la BCA, a la manera de los partidos de la guerra prolongada o de la guerra popular prolongada? ¿O era, al revés, un organismo más amplio, una de cuyas partes formaba la BCA, como en el caso del Movimiento 26 de Julio cubano? ¿La BCA era el brazo armado, un instrumento dirigido desde el PDLP? Al ser una organización armada, el PDLP debió tener una estrategia militar. ¿Cuál era? ¿Cuáles eran sus formas organizativas desde el punto de vista militar? ¿Cómo fueron evolucionando a través del tiempo?
El PDLP actuó fundamentalmente en Guerrero, pero no solamente ahí, de manera que debió contar con un proyecto nacional, así que, ¿cuál era ese proyecto? ¿Qué esfuerzos realizó el PDLP en otros estados?
En la columna de Lucio hubo militantes de otras organizaciones, lo que causó graves problemas al partido; mantuvo relaciones con el Partido Comunista Mexicano (PCM), lo cual le generó numerosas críticas por parte de otras organizaciones armadas; además, pese a que Genaro Vázquez también se movió en el territorio donde lo hacía el PDLP, no hubo unidad entre ambos. Todo esto mueve a preguntar: ¿cuál era la política del PDLP hacia otras organizaciones? ¿Cuál fue la relación que mantuvo con otras organizaciones? ¿Por qué no se unió con ninguna de ellas?
A diferencia de muchas organizaciones que utilizaron la guerra de guerrillas como un método para combatir al Ejército mexicano pero sin contar con el apoyo de la población, el PDLP se caracterizó por ser uno de los que contaban con mayor respaldo por parte de los habitantes de la región en que combatió, así que resulta de interés preguntarse: ¿cómo se construyó la base de apoyo de la guerrilla? ¿Qué relación había entre el PDLP y su base de apoyo?
Existe el documento conocido como Ideario del Partido de los Pobres, en el que se manifiesta una posición teórica marxista-leninista muy clara. En él se plantea el socialismo como objetivo y se habla en términos de proletariado, de dictadura del proletariado, sin embargo, no es el único. Antes hubo otro en el que se hablaba en términos de ricos y pobres y no había lugar para el lenguaje típico del marxismo-leninismo. Eso indica un cambio notorio desde el punto de vista ideológico y mueve a preguntar: ¿cómo y por qué ocurrió el cambio? ¿Cómo fue evolucionando el pensamiento del PDLP? ¿Era marxista Lucio, o cuál era su posición ideológica?
El PDLP mantuvo una parte de la sierra de Guerrero como su área de influencia, así que cabe preguntarse, ¿cómo lo consiguió? y ¿qué tipo de control ejercía en él?
Finalmente, ¿cuál era la estrategia del PDLP? ¿Se le puede definir como foquista? ¿Cómo fue evolucionando? ¿Qué papel jugaba la autodefensa dentro de su estrategia general?
A través de todas estas preguntas se esboza un Lucio heterodoxo, un personaje que no encaja en la descripción de un dirigente típico de un grupo armado de su época; se dibuja también un Partido de los Pobres distinto al que tendría que haber sido si se hubiera ajustado a los modelos en boga.
Un Lucio y un PDLP que por eso mismo son mucho más interesantes; dos sujetos de estudio que evolucionan en múltiples aspectos y que dan lugar a una trayectoria que ilustra que no siempre lo que se dice debe servir de criterio para juzgar a las personas, siempre es más, mucho más importante lo que se hace.
Uno de los aspectos que se destaca en el presente ensayo es la creación por Lucio de una concepción original, única, una propuesta revolucionaria anticapitalista alternativa no solamente al capitalismo sino también al socialismo burocrático; pese a que Lucio militó en una organización adepta al socialismo burocrático, no se amoldó a este, sino que propuso un socialismo no burocrático, no estatista, no vanguardista, y con ello dio lugar a una propuesta que iba mucho más lejos en el camino a la emancipación, toda vez que pretendía evitar el dominio de la burocracia y avanzaba, en ese sentido, hacia la contención, durante la lucha, del dominio de los dirigentes sobre los integrantes de la organización y sobre el pueblo.
Desgraciadamente no la desarrolló de forma detallada y quedó en una serie de principios generales que, por eso mismo, se perdieron tras lo que pareció siempre más atractivo: su experiencia militar y el cúmulo de anécdotas de vivencias en la sierra. Se perdieron de tal modo que ni sus propios compañeros pudieron darle continuidad.
A pesar de su falta de desarrollo conceptual, la propuesta de Lucio contenía planteamientos propios y originales sobre aspectos que abarcaban prácticamente todas las dimensiones de una transformación revolucionaria. Era una concepción teórica equiparable al leninismo, al estalinismo, al maoísmo, o al trotskismo. Contenía ideas acerca de diversas cuestiones: el tipo de gobierno que se instauraría al triunfo de la revolución, el sector social que habría de ser el sujeto de la revolución, las características de la organización revolucionaria, la relación de esta con la población, el tipo de propiedad de los medios de producción, los valores básicos para los revolucionarios y la política de alianzas, entre otras. ¿En dónde se encuentran estos elementos teóricos? En su Ideario, en su actividad y en sus discursos grabados. Su situación es bastante parecida a la del Che: la práctica fue la actividad prioritaria a la que dedicó sus esfuerzos, lo que le hizo descuidar, mucho más en su caso que en el del Che, la elaboración teórica. Si en el caso del Che eso no es obstáculo para hablar de una propuesta teórica a la que se llama guevarismo, a la de Lucio se le puede llamar cabañismo.
Al mismo tiempo, se dibuja una estrategia general verdaderamente original, que tiene algunos puntos de contacto con estrategias como la del foquismo con base de apoyo, utilizada en la Revolución cubana, pero mantiene diferencias fundamentales que la alejan notoriamente del proceso caribeño y que emparentan con experiencias como la Comuna de París, o el movimiento makhnovista de Ucrania o la República española. Cabe aclarar que tampoco es igual a estas últimas, pese a las notorias afinidades existentes, debidas no necesariamente a un deseo consciente de asemejarse a ellas, pues es probable que ni siquiera las conociera. En algunas ocasiones se llega a las mismas soluciones cuando los problemas y la visión son semejantes, como se observa en el caso del Partido de los Pobres.
La estrategia que se deja ver en Guerrero es la guerra de los pobres, una guerra del pueblo, para el pueblo, por el pueblo, o más exactamente, de los pobres, para los pobres, por los pobres, muy distinta a cualquiera de las estrategias vanguardistas de su tiempo, las cuales se caracterizaban por impulsar una guerra del pueblo, en nombre del pueblo y para la vanguardia porque, finalmente, esta era la que tomaba el poder y lo ejercía después del triunfo.
Destacan, también, una táctica y un método propios, muy peculiares, que dan cuenta de la gran originalidad y del apego a las decisiones desde abajo, tan característicos de Lucio. En cuanto al punto de vista utilizado para el abordaje del análisis realizado en este ensayo, gran parte del contenido es un análisis de eventos y textos ya conocidos desde hace varios años, algunos desde hace casi cuatro décadas, de manera que lo importante no son en sí las citas sino otra cosa: las conclusiones obtenidas a partir de un estudio marcadamente lógico de esos textos o de hechos conocidos, ya sea a partir de la comparación de unos textos con otros, o de hechos entre sí, o de los textos con los hechos. De ahí que, por más que puedan resultar sorprendentes por sus resultados e inusuales por el camino utilizado para llegar a ellas, las afirmaciones resultantes son inferencias válidas.
Este abordaje es notorio en el análisis en torno al nombre del partido con el que empieza esta introducción. A partir de allí se obtienen conclusiones que pueden parecer paradójicas, como que el cabañismo, como concepción teórica, fue derrotado por quienes pretendían darle continuidad, o la que afirma que la estrategia cabañista fue vencida, también, por quienes se consideraban sus más fieles seguidores al haber enterrado tanto la base teórica como las concepciones estratégicas de Lucio.
En las conclusiones anteriores y en muchas otras reseñadas en el texto se pueden ver las huellas delineadas por Ranajit Guha en Elementary Aspects of Peasant Insurgency in Colonial India (Aspectos elementales de la insurgencia campesina en la India colonial), obra a la cual debo la confianza de estar siguiendo un camino válido y útil para la exploración de un asunto que mucho tiene que ver con la narración de hechos pasados, pero del cual no hay muchos elementos de los cuales echar mano a la hora de investigar. De ahí la lectura del discurso oculto tras el discurso manifiesto, de ahí también, el estudio de otros elementos no directamente textuales como las acciones o las actitudes de los sobrevivientes de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, con el fin de obtener conclusiones relativas al qué y al por qué de lo ocurrido después de la muerte de Lucio.
En cuanto a las referencias, son fuentes impresas en la medida de lo posible, pero las que tratan de fenómenos o eventos propios de la guerrilla de los cuales no hay referencias escritas, se basan en la experiencia personal, como las asambleas de la guerrilla con las comunidades o el trabajo de construcción de la base social y de la transformación de esta en base de apoyo, pues tuve la fortuna de conocer de estos asuntos directamente durante varios años.
Algunos asuntos relacionados con la historia del PDLP, sobre todo en los tiempos de Lucio, no los conocí directamente. Mi relación con esta organización parte de los primeros meses de 1977, poco más de dos años después de la muerte de Lucio, de manera que los conocí indirectamente, por voces de algunos de los participantes de esos tiempos, ya sea porque formaban parte de la estructura reorganizada del PDLP o debido a que formaron parte de la base de apoyo de aquella época y se convirtieron en base de apoyo del nuevo esfuerzo organizativo emprendido en 1979, cuando se reanudó el trabajo en esta índole en la sierra de Atoyac. Es así como conocí las dificultades de construcción de la base social y de la base de apoyo en la zona donde los revolucionarios habían combatido años antes y que abandonaron por completo; por eso puedo hablar del abandono de la base de apoyo y de lo que sucede cuando eso ocurre, algo que difícilmente podría juzgarse desde afuera.