Con mariachis, panes, fruta y rezos despiden a los difuntos en Bolivia.
La creencia en Bolivia cuenta que las almas de los fallecidos bajan del cielo cada 1 de noviembre al mediodía para comer y beber lo que en vida les gustaba y luego dejan este plano que visitaron durante 24 horas.
Altares con panes, frutas, dulces, flores y platos especiales, y la visita de mariachis, fue este sábado el preludio para despedir en Bolivia a los difuntos que, en la tradición de la festividad de Todos los Santos, bajan del cielo para quedarse un día con sus seres queridos.
En La Paz, los ciudadanos llegaron al Cementerio General con bolsas abarrotadas de frutas, las tradicionales t’antawawas, panes que representan al difunto, dulces y los platos de comida que les gustaba en vida a sus familiares.
Cada familia se acomoda en las tumbas de sus seres queridos, acomodan todo en un altar y comienzan a llegar los resiris o rezadores que a cambio de fruta y pan elevan oraciones al cielo para que «el alma del familiar se vaya en paz».
«Tengo a mi hermano que ha fallecido este año en un accidente de tránsito y tenemos esta costumbre, lo esperamos para compartir este momento con él», cuenta a EFE Edwin Tenorio, un joven que llegó con sus padres y su hermana al cementerio para despedir a su ser querido hasta el próximo año.
En el camposanto de La Paz hay bloques que dividen los sarcófagos o nichos de los fallecidos en seis niveles. Cada uno lleva la foto del difunto y algunas flores, y lo cubre una pequeña puerta de vidrio.
Un grupo de mariachis se acerca hasta una tumba para cantar ‘Amor eterno’, del mexicano Juan Gabriel, frente a los familiares de una mujer que falleció hace unos meses.
«No vamos a poder olvidarla porque nos ha enseñado todo», dijo a EFE la hija de la fallecida.
La creencia en Bolivia cuenta que las almas de los fallecidos bajan del cielo cada 1 de noviembre al mediodía para comer y beber lo que en vida les gustaba y luego dejan este plano que visitaron durante 24 horas.
Algunos sarcófagos cuentan cañas de azúcar y bebidas -como la cerveza- que le gustaban al difunto.
Los panes que deben estar en cada altar son los que tienen forma de cruces, de escalera y de caballo para que las almas puedan descender del cielo, la fruta para que los difuntos endulcen su alma y el agua para que no tengan sed en el camino de regreso, afirmó Tenorio.
Los pasillos del Cementerio General se llenan de color por las flores y los dulces que llevan las familias para homenajear a sus difuntos, mientras que algunos grupos de guitarreros recorren los delgados senderos tocando las tradicionales cuecas bolivianas, un baile típico en que se baila en pareja y con pañuelos.
El jefe de Servicios, Mantenimiento y Operaciones del Cementerio General, Alex Quiñonez, contó a EFE que hasta el domingo se espera la visita de «70 mil personas para despedir a las almas de sus difuntos».
«Estamos recogiendo las mesas (o altares) de las tumbas porque a mediodía se van las almitas, es una tradición ya que se haga esta actividad», señaló.
Los altares o mesas para los difuntos también se arman en los hogares, donde no debe faltar la fotografía de la persona fallecida, sus flores y comida favorita.
«Lo importante es dejarles todo lo que en vida les gustaba para que se vayan contentos después de visitar a sus seres queridos y comer y beber lo que tanto les gustaba para volverse a reencontrar el próximo año», añadió Quiñonez.