Cómete la sopa weón, o te haré cargo de la deuda…
Las amenazas parentales evolucionan con el tiempo, las técnicas de crianza de los fetitos también, hablo de los niños de ahora, entre los cuales -simple cálculo de probabilidades- se cuentan no pocos Biden, Milei, Macron y otros Trump/Harris potenciales, lo que indica que hay que seguir apretando
las nalgas.
El FMI previene: el total de la deuda mundial alcanzará los 100 billones de dólares a fines de este año. ¿En serio? Me permito dudar visto que el lápiz aguanta todo. Por partida doble, no es chiste: mientras las dos columnas coincidan siguen anotando y ya se verá. El FMI se refiere al total de la deuda soberana, es decir de los Estados.
Cuando Edward III de Inglaterra se quedó sin dinero para financiar la Guerra de los Cien Años contra Francia (1337 – 1453), recurrió a las familias banqueras de Florencia: en esa temprana época los chancros sifilíticos ya existían. Los préstamos concedidos a Edward III costaban un huevo y la mitad del otro. Como no logró derrotar a Francia no pudo reembolsarlos, pero no hubo problema: la caída en desuso de los soberanos y su conversión en artefactos de utilería no hizo desaparecer sus deudas devenidas deudas soberanas, o sea tuyas y mías. Ahí estamos. Debemos U$ 100 billones.
Esto no tiene cuenta de las deudas privadas, que por ser privadas son excelentes: producen réditos. Exactamente como las deudas soberanas me dirás tú, que además tienen una característica muy suya: nunca dejan de pagarse. Para eso estamos tú y yo, pinches ciudadanos a la vela, los giles no faltan.
Uno se pregunta dónde está la diferencia, visto que las deudas privadas, cuando el bote se hunde, también las pagamos tú y yo, como fue el caso de la crisis de los créditos subprime en el año 2008: en EEUU arreglaron el pastel con plata del Estado Federal: el burdel no puede morir, es la razón de ser del sistema y su mecanismo central.
Mira el ejemplo de Angelo Mozilo, hijo de un carnicero del Bronx (New York) y fundador de Countrywide en 1969: gracias a Angelo, 22 millones de yanquis compraron casa. Entre 1982 y 2003 la acción de Countrywide subió en un 23.000 % (sí, veintitrés mil por ciento) y Angelo fue considerado un genio al que sus competidores llamaron “el Dios sol”. Un genio pionero de los créditos subprime, que consisten en acordarle préstamos a gente que no puede reembolsarlos.
La solución es simple como una de tus manos: tales créditos son transformados en productos financieros transables en el mercado (títulos financieros, de ahí el nombre de titulización). Cuando todo se vino abajo, Angelo confesó que los créditos subprime eran los “productos más tóxicos que hubiese conocido”, razón por la cual CNN le otorgó el segundo puesto entre los peores patrones yanquis de todos los tiempos. ¡Hazme esa! En el año 2009 Angelo le pagó una multa de U$ 67 millones a la SEC (securities and exchange commission), pero entre el 2000 y el 2008 había palpado U$ 450 millones. ¿No es lindo el libre mercado? Retirado, Angelo vive apaciblemente en California.
El escándalo de los CDO (collateralised debt obligations) del banco Goldman Sachs, que apostó a la baja de los subprimes al mismo tiempo que le aconsejaba a sus clientes invertir en ellos -una clara estafa-, puso en evidencia el simpático papel que juegan los bancos en el burdel planetario. Esta movida le costó a Goldman Sachs una multa de U$ 550 millones, pero… ¿qué le hace el agua al pescado? Como te comenté en una parida reciente, Goldman Sachs se hizo notar con un salto de 45% de sus beneficios en el tercer trimestre de este año, gracias a su banco de inversiones.
Como quiera que sea, lo que precede es peccata minuta si olvidamos la deuda privada. Si la deuda soberana consolidada alcanza en 2024 los 100 billones de dólares, o sea en torno al 93% del PIB mundial… la deuda privada de los hogares y, sobre todo, de las empresas privadas no financieras, representó a fines del 2023 un 146% del PIB mundial, es decir U$ 157 billones… ¡Apaga! Francia debe ya algo más de U$ 3,2 billones. La nada misma comparada con los EEUU que deben más de 34 billones.
Vete a darle una mirada a https://usdebtclock.net/fr/… Allí verás en tiempo real cómo la deuda yanqui crece a un ritmo de U$ 2 millones por minuto. El PIB yanqui es del orden de U$ 26 a U$ 27 billones en 2024. Francia y EEUU tienen deudas soberanas que superan el 100% de su PIB, mientras le aconsejan a los países rascas equilibrar sus presupuestos…
Sumadas, las deudas soberanas y las deudas privadas representan a fines del 2024 un 240% del PIB mundial, no cuento los intereses para no asustarte.
En medio de esta orgía surge una cuestión ancilaria, un detalle, una poquedad como decía un carpintero que conocí en mis años mozos cuando le faltaban dos o tres centímetros para juntar dos cerchas. ¿Quién presta este billete? Los bancos. Los mismos bancos, sobre todo centrales, que en virtud del Consenso de Washington ostentan un estatuto de bancos privados. Tales bancos privados emitieron en créditos, hasta ahora y sin producir un cuesco, el equivalente del 240% del PIB mundial. ¿Con qué indumentaria?
Habría que preguntarle a Warren Buffet, alias “el Papa de las inversiones”, cuyo holding Berkshire Hathaway acaba de sumarse al reducido club de especuladores cuya valorización bursátil supera el
billón de dólares.
La prensa financiera exulta: “Un éxito excepcional rico de enseñanzas para los ahorradores y los administradores de ahorros”. ¿En serio?
Las empresas que administran fondos de inversión… ¿qué producen? Para llamarlas como conviene habría que calificarlas de fondos especulativos cuya principal ventaja comparativa tiene que ver con el uso de información privilegiada, algo que – a priori – es un delito. Cuando se produce un fallo, como el de los créditos subprime, la valorización bursátil desaparece dejando detrás un profundo agujero y miles de damnificados, y forzando intervenciones estatales que cubren a los especuladores.
La prensa financiera pousse au crime, esa que celebra las ganancias de las que vive, hace como si se escandalizara de lo que hasta entonces aplaudía con descaro. No lo invento. Con relación al desequilibrio malsano y creciente de la deuda pública francesa, un cotidiano parisino ergota: “En un informe retomado el martes 15 de octubre por Le Figaro, la directora adjunta del departamento de asuntos presupuestarios de la institución (FMI), Era Dabla-Norris, indica que «hay buenas razones de pensar que la situación es incluso peor de lo esperado». «El aumento del gasto público, la proyección demasiado optimista de la deuda, y deudas no identificadas» están en el origen de este monto.”
Arnaud Leparmentier – corresponsal en New York del muy doctoral diario vespertino Le Monde – dictamina: «Deuda: la fuga hacia adelante de los candidatos a la presidencial estadounidense La economía, el desafío de unos EEUU fracturados. A 1,830 billones de dólares, el déficit público de los Estados Unidos está fuera de control. Las medidas prometidas por Donald Trump o por Kamala Harris son susceptibles de propulsar la deuda a nuevas cumbres».
“En su novela El sol sale para todos» (The sun also rises – 1926), Ernest Hemingway imaginó un diálogo entre dos ex combatientes alcohólicos en el que el primero le pregunta al segundo cómo quebró. La respuesta devino mítica: «Progresivamente al principio, y luego brutalmente.» La realidad yanqui está alcanzando el mito con el programa de los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris. El déficit público del país está fuera de control, llegando, para el ejercicio cerrado el 30 de septiembre, a un 6,3 % del PIB, o sea 1,83 billones de dólares, según el departamento presupuestario del Congreso.
Este déficit es dos veces superior al nivel del 2019, último año “normal” del mandato de Donald
Trump.”
“La administración Biden deja pues una situación degradada, a pesar del regreso del crecimiento después de la pandemia de Covid-19 y del pleno empleo. Y la situación se agravará. El programa de Donald Trump, hecho de nuevas bajas de impuestos, solo puede acelerar esta deriva, mientras que el de la Sra. Harris, lleno de gastos sociales suplementarios no resuelve de ningún modo el problema. Para citar a Hemingway, el asunto se anuncia «brutal» para el republicano, y «progresivo al principio» para la demócrata.”
Los gastos federales son de un 23,3 % del PIB, y la recaudación está limitada a un 17 %. Para llenar el agujero habría que, teóricamente, aumentar los impuestos en un 37 % o reducir drásticamente el gasto. Nadie lo desea, aún cuando Trump cuenta encargarle a Elon Musk, patrón de Tesla y de SpaceX, una misión de revisión del gasto público. En un estudio publicado el lunes 7 de octubre, el Committee for a Responsible Federal Budget, organismo independiente, deplora que «ningún candidato haya presentado un plan para tratar el problema del fardo creciente de la deuda».
La citada Era Dabla-Norris asegura que «Hay buenas razones de pensar que la situación es incluso peor que lo esperado». Agregando: «La experiencia nos recuerda que las proyecciones de la deuda tienen tendencia a ser demasiado optimistas, ya sea porque los gobiernos lo son en sus previsiones de crecimiento, ya sea porque las reformas presupuestarias nunca se realizan.»
La conclusión te tira de espaldas: “Si los Estados ya anunciaron ajustes presupuestarios, estos no permitirán necesariamente estabilizar la deuda pública y aún menos reducirla, aunque fuesen integralmente realizados.”
Pobre FMI… cuya acción nunca ha salvado ningún país de la catástrofe.
En eso estábamos cuando llegaron a mi parafernalia auditiva las declaraciones de Josep Borrell, la nulidad catalana que funge de ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Europea.
Borrell tiene una idea luminosa, antes de tomar conocimiento te sugiero calzar gafas oscuras, de otro modo te puedes encandilar cosa mala.
Joseph Borrell estima, literalmente que: «La ayuda militar para Ucrania debe mejorar en gama.» Para este curioso diplomático, Rusia instaló una inexorable guerra de desgaste apoyada en su potencia de fuego. Por consiguiente los europeos deben apoyar los medios defensivos ucranianos. De nacionalidad española (catalana), Josep Borrell es desde 2019 vice-presidente de la Comisión Europea y Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores. En una palabra: el jefe de la diplomacia europea. Un periodista le pregunta:
“La intervención rusa en Ukrania continúa. ¿Es su principal preocupación?
Sí. Porque la guerra continúa. La potencia de fuego de Rusia es hoy superior a la de Ukrania. Rusia lleva adelante una guerra de desgaste no sólo contra el ejército sino también contra los ukranianos. Lo que está en juego ahora, para nosotros europeos, es darle a Ukrania los medios para defenderse y evitar que la guerra devenga crónica”.
El periodista insiste:
“Hacer más militarmente?
Nuestra ayuda debe subir en gama. Suministrar no sólo armas defensivas, sino también armas que le permitan contra-atacar… y liberar sus territorios.”
La solución, para Borrell, es evidente: los países de la UE deben endeudarse para realizar este noble objetivo. Como si no estuviesen ya super endeudados.
Desde el mes de marzo de este año la UE reflexiona cómo financiar este esfuerzo de guerra: el endeudamiento, la confiscación de los intereses generados por los haberes rusos congelados en Europa, y el apoyo financiero del Banco Europeo de Inversiones.
El endeudamiento, para países como Francia que se encuentra en plena crisis de descontrol financiero al punto que el Congreso formó una Comisión Investigadora para saber en qué y cómo se ha gastado más de lo previsto… parece una provocación gratuita de Borrell a Emmanuel Macron.
La confiscación de los intereses que producen los haberes rusos congelados en la UE (210 a 270 mil millones de euros) es asimilable a una vulgar piratería… en el paraíso del libre mercado financiero.
Un crédito del Banco Europeo de Inversiones habría que pagarlo sí o sí, y para comenzar empeoraría el estado de las finanzas de los países de la UE… estado que no es muy boyante.
Los “líderes” de la UE -así, entre comillas- no han sido elegidos por nadie, sino nombrados a dedo gracias a un juego de sillas musicales derivado de la composición del Parlamento Europeo. La Sra. Ursula van der Leyen, Josep Borrel y los demás, no son sino una recua de mediocres burócratas excretados de sus respectivos países.
Frente al abismo de la deuda público/privada, probablemente haya que escuchar a otro alegre y dicharachero especulador, Georges Soros, quién -apoyado tal vez en su propia experiencia- declaró en una entrevista a Le Figaro: “No se sale de una situación de deuda excesiva practicando solo la austeridad”.
Ya ves… ¡A gastar llaman!