por Zarigüeya
Daniel Noboa ha cumplido 10 meses al mando del Estado y la situación del país no presenta un panorama muy halagador. El joven millonario se encontró de pronto con la máxima responsabilidad del país, como resultado de una aguda crisis en que se encuentra el sistema de dominación. Y de alguna manera, el presidente Noboa es la expresión más alta de esta crisis.
Al comienzo de su gestión, el nuevo mandatario, de muy pocas y limitadas palabras, logró hacer una alianza legislativa con el correísmo, que hoy día se autodenomina Revolución Ciudadana, y un partido de derecha de viejo cuño, el socialcristiano, que le aprobaron unas cinco leyes entre las que se incluía una ley que permitía el alza del IVA del 12 al 15% , y otra ley insustancial que se llamó ”no más apagones”. Dicha alianza, a poco andar, se hizo trizas, por el torpe y violento asalto a la embajada de México con el afán de apresar a Jorge Glas, ex vicepresidente de la república, quien se encuentra condenado por la justicia por corrupción. Para realizar semejante acto se rompieron todas las normas del derecho internacional y comprometió seriamente la imagen del país ante el mundo, pero se privilegió el aparecer frente al nutrido conglomerado anticorreísta como un hombre que toma decisiones.
El gobierno, quedó entonces en minoría en el parlamento y la deriva desastrosa de su gestión ha sido lamentable. Sin un partido, no constituyendo una expresión orgánica de alguna fracción de las clases dominantes, sin experiencia en la gestión del aparato estatal y sin poder establecer alianzas con otros grupos de poder, su incapacidad de gestión ha quedado en evidencia, como por ejemplo, en una serie encadenada de errores respecto de las medidas para enfrentar la aguda sequía que está afrontando el país, que tiene como consecuencia que las represas que generan energía eléctrica no puedan proporcionar toda la potencia necesaria. Pero no todo tiene que ver con los problemas ambientales. En primer término, el presidente Noboa tenía un inadecuado diagnóstico de la situación energética del país cuando afirmaba que el problema del Ecuador no era de generación de energía sino de transmisión. En realidad, no se había percatado que el consumo se había elevado y que para satisfacer la nueva demanda había que incorporar nuevas fuentes de energía y los gobiernos anteriores no solo no lo hicieron, sino que dejaron caer en la obsolescencia el parque de generación térmica que existía. El resultado es que el país está sufriendo una serie de apagones tres veces por día, que llegan en algunos casos a superar en total las 12 horas diarias. La contratación de buques y barcazas generadores de energía eléctrica que iban a constituir un paliativo importante ha tropezado con una serie de dificultades técnicas, de tal manera que no han podido funcionar adecuadamente. Además, los apagones tienen un costo económico bastante oneroso.
La política de comunicación y coordinación de los cortes de energía ha sido un verdadero desastre. Un ejemplo: en cierta ocasión el ministro de gobierno llamó a un programa radial y en términos bastantes duros y prepotentes desmientió que se iban a producir apagones, cuando justo dos días después comenzaron los apagones. En general el actual gobierno carece de una política de comunicación, a menos que se entienda por ello la serie de Tik Toks que tienen como protagonista al presidente de la república.
Lo que debe quedar claro es que los problemas de comunicación se deben a que es muy difícil comunicar los errores y en este plano hemos ido desde lo anodino hasta lo jocoso, como cuando se emprendió acciones legales contra la primera ministra de energía del gobierno de Noboa, acusándola de sabotaje por haber dado la orden de abrir las compuertas de una represa, que no tiene compuertas; o como cuando el nuevo ministro de energía explicó algunos de los apagones por causa de una zarigüeya.
De tal manera que nos encontramos con un gobierno improvisado compuesto de un grupo de amigos personales del presidente, abogados y abogadas que trabajaban en sus empresas y litigios particulares, y empleados de sus compañías, que han resultado un fiasco de proporciones. En definitiva, tenemos un conjunto de personas ejerciendo altos cargos para los cuales no tienen un mínimo de preparación.
Existen, además, serias sospechas que este grupo gobernante está en el Ejecutivo para utilizar al Estado con fines de hacer o incrementar sus fortunas particulares. Al respecto, fue revelador el caso Olón, cuando la ministra del Ambiente de la época otorgó rápidamente las licencias para un proyecto inmobiliario a una empresa de la esposa del presidente, que comprometía seriamente los manglares de la zona. La señora Lavinia Valbonesi tuvo que desistir del proyecto ante el escándalo público y la oposición de los habitantes del lugar.
Ahora, técnicamente el país se encuentra en recesión económica, producto de sus políticas que disminuyen el consumo y que favorecen a los empresarios con “perdonazos” a sus deudas tributarias. La falacia neoliberal que con esto van a facilitar la inversión no se cumple, una vez más. La inversión tanto pública como privada se encuentra en los niveles más bajos de la última década. Todo esto golpea duramente la economía de los sectores más vulnerables.
En materia de seguridad, que ha sido el eje de la política del gobierno empresarial de Noboa, ha estado caracterizada por golpes de efecto: declaración de guerra al narcotráfico, traslado del comando de la lucha anti delincuencial a determinadas provincias, toma de las cárceles, declaración de terroristas a los narcotraficantes, etc., pero no ha logrado detener los índices de criminalidad, ni se han realizado grandes incautaciones de drogas y lo peor es que no se ha sabido nada de las redes ni instituciones de lavado de dinero, de tal manera que la situación de seguridad en el Ecuador sigue siendo crítica.
De acuerdo a algunos analistas de la prensa, el Ecuador padece de una corrupción estructural, que tiene como uno de sus últimos escándalos la captura y posterior prisión del presidente de la judicatura, organismo que administra la justicia en Ecuador, acusado de corrupción. En realidad, este fenómeno de deterioro ético tiene su explicación ultima en la matriz oligárquica-autoritaria de la formación social ecuatoriana a través de su historia. Esta cuestión ha permeando las diversas formas de Estado que se han sucedido en el curso de su devenir. El poder del dinero y el autoritarismo todo lo compra y todo lo corroe.
La actual situación política del Ecuador está atravesada por las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. El actual presidente se ha postulado a la reelección y esto ha determinado un recrudecimiento de las acciones y ofertas de un populismo cada vez más desembozado de parte del presidente Noboa, cuya madre encabeza la lista de diputados nacionales. Entre otras ofertas tenemos el no cobro de la tarifa de electricidad por tres meses a todas aquellas personas que consumen menos de 180 KW hora, justo durante los meses que dura la campaña electoral.
Existen por ahora, 16 candidatos presidenciales que no indican tanto la fragmentación política, como la utilización del espacio electoral para obtener alguna figuración política. En realidad se ha demostrado que la votación electoral tiende a concentrarse entre no más de cuatro opciones. Por ahora hay dos grandes tendencias que tienen polarizado al electorado: el correísmo por una parte y el anti correísmo por otra. Quien capitalice el anti correísmo, que es una amalgama muy variopinta de intereses que van desde la derecha hasta izquierda pasando por el centro, es quien supuestamente tiene más opciones de triunfo. No obstante, pueden darse sorpresas motivadas por un desfondamiento de la candidatura oficialista, por el pésimo gobierno que está realizando. Ahora, la candidatura del correísmo que está liderando nuevamente Luisa González, está cometiendo los mismos errores que las dos campañas anteriores, que ha perdido, y carece de una política de alianzas que le permita en segunda vuelta derrotar al anti correísmo que es bastante fuerte y ha permitido elegir a los dos últimos presidentes. Un intento por lograr una política de alianzas hacia la izquierda fue echado por tierra por el propio Rafael Correa que manifestó que él se sentía mucho más cómodo con la derecha nacionalista que con la izquierda oligárquica (sic).
La respuesta de los sectores populares frente a las políticas neoliberales del gobierno autodenominado del “Nuevo Ecuador” ha sido más bien tímida y débil. Los trabajadores han impulsado movilizaciones de protesta que han movilizado solo a sus sectores más conscientes. El movimiento indígena ha hecho más bien una oposición declarativa y dado señales de alerta y advertencia, pero su movilización ha sido escasa, a pesar de que el gobierno de Noboa continuó con la lógica extractivista de los gobiernos anteriores, desde Correa en adelante. Todo esto se explica, por una parte, porque el gobierno, a pesar de haber declarado sus intenciones privatizadoras no ha podido concretar ninguna de importancia. Los otros factores que influyen son el corto tiempo de vigencia del gobierno, poco más de un año, ya que solo está completando el período anterior, y el último factor que resulta el más importante, es el clima electoral que cuenta con tres candidaturas de izquierda entre las cuales destaca la de Leónidas Iza, dirigente máximo de la más poderosa organización de los pueblos originarios (CONAIE). Esto implica que los actores sociales han optado por la vía electoral, es decir, el camino institucional para realizar sus programas.
El conjunto de la situación está mostrando una vez más que la actual crisis del Ecuador se manifiesta en el contexto de otra gran falencia, de largo alcance y grosor, llevada a cabo por los grupos y clases sociales pudientes que en el contexto de la dominación burguesa son o debieran ser las clases dirigentes. Carecen estos grupos socioeconómicos de un proyecto plurinacional que conduzca al país hacia ciertas metas de desarrollo. En vez de eso, estos sectores se entregan con gran facilidad a las directrices de los organismos multilaterales, tipo Fondo Monetario Internacional, o a los imperios dominantes, EEUU, y la llamada República Popular China, con lo que demuestran su carácter antinacional, develando cada vez más acentuadamente su condición semicolonial.